viernes, 8 de octubre de 2010
Hermoso sueño, un grito a la realidad
Ayer soñé con tu muerte, muerte anunciada por cierto, un gran carnaval de salvajismo y de rojas carnes entrando en putrefacción, perfecto festival de hecho, una gran carnicería hecha fiesta nacional, donde los gatos sacan viseras solo por el placer de morderlas una y otra vez como una pelota de goma.
Antes de esto participe en muchos carnavales, pero ninguno con el significado y la frialdad de este, el cual saco mi lado más humano, más rabioso, pero a la vez el más pleno. Nunca creí que fuese a gozar de esta manera, nunca pensé que mis venas arderían en un bello color carmesí y el calor de tu mar rojo correría por mis manos de manera más descontrolada, sin poder decir nada, sin siquiera mostrar una gota de aire, sin siquiera alcanzar a susurrar una plegaria de auxilio
El más ardiente deseo era nada comparado con esta excitante forma de calmar la conciencia, con esta hilarante manera de hacer dormir a mis impulsos mas fatídicos.
Fue algo memorable, algo que repetiría muchas veces, en sueños, en la realidad, da igual, algún día lo hare, y pues no me arrepentí en este sueño, dudo que lo haga en la vida real.
Las motivaciones son muchas, las mascaras no existen ya en este cuento, solo existen manos y yugulares, y ya sabemos cómo termina, con el rio vital derramándose sobre la mesa, sobre el piso, sobre tu vida, sobre la mía, haciéndote mas débil, haciéndome mas fuerte.
Gracias por favor concedido
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